jueves, 18 de agosto de 2011

Averno Capítulo 8

Al despertar Rién pudo ver a Karni, impasible, en la misma piedra donde se había sentado durante su batalla con Althuriar. Parecía ser que había movido el cuerpo inconsciente del guerrero y lo había llevado al lado del lago. Rién recuperó la consciencia y se frotó los ojos y miro a Karni, el enano le devolvió la mirada y le habló.
  • Eres un fracaso, y lo que creo es que eres un fracaso porque usas ese arma, ese Althuriar era muy lento, si hubieras tenido un arma mas ligera hubieras ganado sin dificultad.
  • Hablas demasiado, tu hacha es casi tan grande como mi martillo.
  • Primero, mi hacha se llama Valha. Segundo, llevo tanto tiempo con ella que la manejo como si fuera una pluma. Tercero, soy bastante mas fuerte que tú… y podría añadir que mas ágil.
  • Habladurías.
El enano miró enfadado a Rién y se levantó de la piedra, con el hacha en la mano, iba a hacer algo, se le notaba en los ojos, y el guerrero quería saber de que se trataba. Se incorporó Rién quedando sentado en el suelo, en frente suyo estaba Karni.
El enano levantó con gran velocidad el hacha, y convirtió en polvo la piedra donde antes estaba sentado, sus hachazos eran invisibles, solo podían predecirse por el sonido que hacían al moverse.
  • Ves humano, esto es Valha. Es un hacha de leyenda
  • ¿Como conseguiste semejante máquina de matar?
  • Esa historia humano… es digna de entrar en en los libros.
El enano se sentó en el suelo, y un aura de paz envolvió su cuerpo, su voz se tornó calmada, parecía imposible no escuchar su historia:
  • Una vez humano, me harté de luchar en una guerra contra unos elfos que revindicaban nuestro bosque como suyo. Me fui a dar una vuelta mientras los de mi clan luchaban y dentro del bosque encontré a un pequeño batallón del ejercito de Rouko. Este batallón estaba liderado por… el mismísimo señor oscuro. Estaban esperando a que la batalla terminase para atacar al bando vencedor, el cual estaría débil, y quedarse con sus tierras.
Pero, no se porque, Rouko se quedó largo tiempo mirándome y se acercó a mi. Yo tenia fuertemente agarrada mi hacha, dispuesto; si era necesario, a luchar. Pero Rouko me quitó el hacha sin dificultad me tocó la cabeza y dijo “yo se que puedes” yo no entendí nada. De pronto los ojos del señor oscuro se tornaron blancos y un lenguaje arcaico salía de su boca, mi hacha empezó a brillar con un haz de luz del color de la sangre. Después de que sus ojos se tornaran otra vez de su color.
Ahora tienes un gran poder en tus manos, pero todo poder conlleva un gran sacrificio, y ese sacrificio es que tu hacha, capaz de cortar hasta el aire no podré jamás dañar a ningún ser que esté a mi servicio”.
Eso fue lo que me dijo, después desapareció junto a sus vasallos, dejando ras de si un olor a podredumbre y un humo negro.
Rién quedó sorprendido por la historia del enano, su arma era muy poderosa, pero no podría vencer al mayor enemigo del mundo que habitaba.
  • Humano, es hora de que marchemos, el mundo nos espera. Y… solo un favor, no quiero preguntas sobre mí ni mi pasado, yo te daré respuestas cuando sea necesario.
Caminó entonces Rién receloso, no sabia en que le podría ayudar un enano que no era capaz de matar a sus enemigos, ni siquiera era capaz de herirles. Toda esta preocupación era enorme, ya que el guerrero acababa de vencer a Althuriar, por lo que podrían encontrarse con una venganza por su parte, una venganza que llevaría tras de si a mas enemigos, enemigos que solo Rién podría vencer, y no se veía listo para eso.
Caminaron largo tiempo sin mediar palabra alguna. A pesar de que las piernas del enano eran la mitad de largas que las de Rién, su paso era mas ligero, por lo que lideraba el camino. El camino por el que caminaban era el único sendero que salía del lago donde tuvo lugar el duelo. Rién seguía al enano sin vacilar, pues parecía que este sabia el camino. El sendero escogido estaba en medio de un bosque, pero se veía; por lo marcado del camino, que era comúnmente utilizado.
Entonces Rién recordó que no le había preguntado al enano a donde se dirigían, no había hecho mas que seguirlo.
  • Karni, aun no se donde vamos.
  • A Duriel, a trabajar de caza recompensas.
Rién hubiera querido preguntarle mas cosas pero sabia que el enano no le contestaría, incluso se enfadaría. Pero otro problema se cribaba en la mente del guerrero… la noche se acercaba, no le habían preocupado las noches, en la montaña lo único que preocupaba era no pasar demasiado frío. Pero el bosque… criaturas, bandidos, asesinos… demasiadas historias de desgracias en los bosques como para sentirse tranquilo.
Poco mas caminaron hasta que Karni se paró.
  • Dormiremos aquí, en el camino, es lo mas seguro.
  • ¿seguro? Entonces… ¿crees que en otro sitio estaríamos… en fin… inseguros?
  • ¿estas loco humano? esto es el bosque. ¿es que nunca has escuchado todas las historias de desgracias a los que se adentran en los bosques?
El enano, que solía calmar a Rién, ahora estaba poniéndole nervioso, hasta él creía que las historias eran ciertas. Pero… bueno, ¿Qué iba a hacer? En algún sitio tendrían que descansar, y seria en el camino del bosque, pero con el martillo bien amarrado.
  • ¿Sabes humano…? las historias del bosque no parecen ciertas pero lo son, aquí viven muchas criaturas, Leminarios, elfos desterrados, asesinos de la peor calaña… y hasta Boxirus Rubenus.
  • Otra vez mi ignorancia Karni… no conozco que es un Leminario, ni tampoco que es el “Boirus Rubenesco” ese.
  • Boxirus Rubenus… son la peor criatura con la que te puedes encontrar, pero sabrás que están cerca… son gigantes, miden en torno a los 10m y son… horribles, son como una bola de grasa, están gordísimos por naturaleza, lo cual es otro problema, hay que hacerles un buen corte para cortar la grasa y llegar a hacerles daño. Yo una vez maté a uno, pero son muy tontos, tan tontos que se están extinguiendo, no reconocen a sus propias hembras, por lo que no se reproducen. Se comenta que Rouko pretendió entrenar algunos y llevarlos en su ejercito, pero no pudo, demasiado tontos.
  • Y… ¿los otros?
  • Los Leminarios, estos si que estuvieron a punto de estar en el “as de picas”, pero son fuertes e independientes del resto de criaturas, aunque si existen problemas, llegaran de todos los puntos del mundo para ayudar a sus iguales.
Estos… ¿animales? Bueno… son como nosotros los humanos, pero con forma de reptil. Puedes encontrarte cocodrilos, monstruos de gila, camaleones… pero con manos y cerebros como los humanos, y también caminan sobre dos patas, aunque no siempre, porque para correr, cuatro son mejor que dos.
Y ahora humano… a dormir.
El enano se acostó pero Rién aun estaba mas intranquilo, aun así estaba cansado, y no tardó en quedarse dormido.

miércoles, 20 de julio de 2011

Averno Capítulo 7

Rién y Karni caminaban tranquilamente por el sendero de la montaña que les conduciría a Duriel, donde empezarían a trabajar como caza recompensas. Pero entonces el cielo se tornó oscuro, las nubes taparon el sol y un fogonazo deslumbró el mundo. Tan pronto como sucedió desapareció.
-          ¿Has visto eso? –preguntó el guerrero con gesto de asombro-
-          Claro… esto no me gusta Rién, eso que ha pasado podría ser acto de la magia negra.
-          Pero… han sido solo unos segundos. Un hechizo tarda más en ejecutarse, los hechiceros del ejército tardaban más en formularlos.
-          No sé… pero esto me sigue oliendo raro.
Los dos personajes siguieron caminando, pero, de repente, el enano se paró.
-          ¿Pasa algo Karni?
-          Sí, nos están siguiendo. ¡Da la cara bastardo!
De repente algo empezó a moverse sobre la pared que limitaba el sendero. Una voz empezó a hablar.
-          Vosotros, enano y humano. Seguir caminando, cuando lleguéis a la llanura nos encontraremos.
Karni no vaciló y siguió caminando.
-          Karni… espera Karni ¿porque aceleras? Para y habla.
A pesar de que el enano estaba casi corriendo Rién podía fácilmente alcanzar el paso de esas cortas piernas.
-          ¿No has oído? Lo que nos estaba siguiendo nos ha mandado parar en la llanura.
-          ¿y?
-          Quiere vernos, seguramente sea un asesino. Los dos tenemos mucho por lo que merecemos ser asesinados.
Siguieron caminando, pero Karni ya no pudo quitarse la preocupación de encima ¿y si Rouko había pedido su cabeza por traidor? ¿Y si habían mandado al ejercito del as de picas a por él? ¿Y si eran enanos buscando castigar a Karni por la muerte de alguien de su clan? Muchas dudas asaltaban la cabeza del guerrero.
 No tardaron en llegar a una pendiente que descendía hacia una gran pradera presidida por un lago central de un agua muy cristalina. Si no hubiera sido por el hecho de que los seguían para, seguramente, darles muerte Rién se hubiera alegrado de poder refrescarse y beber. Pero lo que allí abajo se encontraba le era muy familiar a Rién, era el general del ejército del as de picas, era Althuriar.
-          Karni espera -dijo el guerrero-.
-          ¿Qué pasa?
-          Ese es Althuriar, era mi general en el ejército de Rouko, seguramente quiera darme muerte por deshonrar al ejército.
-          ¿y que me quieres decir con eso, que te deje matarlo a ti?
-          No… él es demasiado fuerte.
-          La fuerza se mide, en gran medida, por la concentración. Quiero decir, ese hombre es tan grande y musculoso como tú, pero tú eres más joven y pareces más ágil. Él lleva una armadura que dificulta sus movimientos, pero tiene más experiencia en el combate. Los dos lleváis dos martillos de peso parecido. La concentración es lo que decantará el combate. Si ese hombre ha venido a por ti… dale una razón para no volver a querer verte.
Las palabras del enano rebosaban sabiduría, y habían llegado hondo en Rién. El enano le daba mucha confianza, y si él decía que podía contra Althuriar, es que era posible.
Entonces bajaron la pendiente del camino, que llevaba a la llanura, pero el enano fue reduciendo el paso para hacer que fuera Rién quien tomara parte en lo que fuera que ese hombre iba a hacer, y quedarse él en un segundo plano. No le importaba el humano, no le hubiera importado que mataran al humano, pero no le gustaban las personas que no intentaban dar el máximo en batalla, por eso apoyo a Rién para que combatiera.
Fue poco a poco acercándose el guerrero al general, ya podía verse como la barba poblaba su cara, su pelo largo, liso y descuidado de color negro, sus ojos de un verde muy claro, casi amarillo, sus trabajados músculos. Rién no pudo evitar mirar el arma que portaba el general, era un martillo muy parecido al que tenía Rién, simplemente era una gran piedra encajada en el mango; pero el martillo de Althuriar estaba más desgastado, más marcado por la historia de guerras que había vivido.
-          Rién… -dijo el general, fijando la mirada en los ojos de aquel que fue su soldado-
-          Así me llaman. Dime… ¿Qué vienes a buscar? ¿eras tú el que estaba en siguiéndonos?
-          Sí, yo os seguía. Veo que ahora viajas con razas inferiores, el señor Rouko no se puso muy contento cuando le dije que te marchaste.
-          ¿Por qué? Muchos soldados se van del ejército.
-          Pero tú… tú eras distinto Rién, tú eres un gran combatiente. Manejabas todas las armas, eras digno de observar en batalla.
-          ¿Qué dices? –Rién no podía evitar sorprenderse de las palabras del general-
-          Dime Rién… ¿te acuerdas de tu pasado? ¿recuerdas como eras y donde vivías antes de entrar en el ejército?
Esas palabras destrozaron por dentro a Rién, jamás se había parado a pensar en su pasado, en su infancia… ¿qué era lo que estaba pasando? ¿Qué era lo que el general sabía?
-          Habla, -dijo el guerrero- habla Althuriar, dime lo que sabes ¿Por qué me haces estas preguntas?
-          Rién, tu historia podría ser escrita como leyenda. Pero ahora jamás la veras en boca de un juglar. Rién… naciste ya en el ejército. Muchos dicen que eres hijo de Rouko, pero el mismo me lo negó. Tu padre era quien ocupaba antes mi puesto, tu madre era una de las mujeres favoritas de Rouko, entregada por una noche a tu padre como premio por la victoria en batalla. Pero eso no explica porque eres tan fuerte. El padre de tu padre era un Boxirus Rubenus, es esa raza de gigantes que habitan las tierras del sur. Tu padre está enterrado en el sur. La altura de tu padre era la de un gigante pero su cuerpo no era como el de estos, su cuerpo era humano, como el de su madre; la cual murió en el parto.
-          ¿y que ha sido de mis padres? –dijo el guerrero impresionado ante semejantes noticias-
-          Tu padre murió y yo pase a ocupar su puesto, tu madre fue asesinada por Rouko. Al nacer el gran señor oscuro vio tu fuerza y decidió entrenarte para ser una máquina de la batalla. Tu cuerpo y tu mente estaban moldeados a nuestra voluntad, eras el mejor soldado del ejército, hasta que estalló la mina de los enanos, y del golpe desapareció todo el trabajo que Rouko y yo habíamos hecho. Ya no eras un soldado, no pensabas como un soldado, eras uno de esos débiles que buscan la paz, no me obedeciste y decidimos echarte del ejército, no suponías una amenaza. Creíamos que nunca volveríamos a saber de ti, pero el señor oscuro ha visto el futuro en sueños. Ahora tengo que matarte para evitar que se cumpla. Mate a tu abuelo, mate a tu padre y te mato a ti. Soy el asesino de tu familia.
-          ¿tú mataste a mi padre? ¿Por qué?
-          Para quedarme con su puesto.
-          ¿y a mi abuelo?
-          Fue en la batalla contra su raza, maté a tu abuelo y rapté a tu padre.
Rién no sabía muy bien porque, ese hombre había asesinado a su familia, era normal que sintiera ira hacia él por eso, pero él nunca había oído hablar de su familia hasta ese día.
El guerrero miro hacia Karni, estaba sentado, esperaba un consejo del enano. Sabía que podía confiar en el enano, Rién había llegado a este mundo hacia poco tiempo, antes no era una persona, era una marioneta de Rouko, por eso confiaba en el enano, era la primera persona cuerda con la que había tratado. Karni estaba lejos, cerca del lago sentado en una roca. Un silencio tétrico cargaba el aire, y se pudieron oír las palabras del enano: “la familia es la familia”. Poco más le bastó al guerrero para decidirse a atacar.
-          Althuriar, vienes a matarme, pero serás tú quien caiga. Mañana el sol se levantará rojo, porque tu sangre será derramada.
El general sacó su martillo firmemente con los dedos, Rién le imitó. Una batalla estaba a punto de estallar.
Fue Althuriar el primero en atacar, movía su martillo con destreza, Rién esquivó los golpes. El general aprovechaba la fuerza de cada golpe para lanzar el siguiente. Pronto el guerrero se vio obligado a contraatacar. Primero paró un golpe con la cabeza de su martillo, y aprovecho esa fuerza para lanzar el primer ataque, los martillos de los dos contendientes chocaron, la fuerza del golpe tiro al suelo a los dos hombres.
Se levantaron, no sin dificultad, y volvieron a la carga, esta vez con mas acierto. Althuriar golpeó a Rién en el brazo izquierdo, el golpé tiro al guerrero al suelo y le dejo el brazo magullado, pero según caia golpeó la pierna del general. Los martillazos dibujaban curvas en el aire con gran velocidad, pero cuendo el golpe no fallaba era parado por, con la ayuda del martillo, por el rival. Era un combate pesado, no era el mejor arma para batirse en un uno contra uno. El guerrero luchaba con un solo brazo, lo que reducia la fuerza de sus golpes. El general luchaba con una sola pierna sana, lo que disminuia la precison de sus golpes.
Los dos estaban ya muy cansados, su fuerza y técnica eran parejas, no había estrategia en el combate, dos golpes habían bastado para mermar, en gran medida, las fuerzas y confianza de los combatientes. Fue entonces cuendo el general, temiendo cansarse antes y perder, decidió hablar.
-          ¡alto Rién! – el guerrero se detuvo y el general se arrodilló- el combate que quede en empate, déjame marchar.
Rién sabia que podía vencerle sin problema pero acepto la propuesta del general. Este recogió su martillo, se lo puso a la espalda y se marchó con paso torpe hacia la montaña que le llevaría de regreso a Qloseh.
Cuando el general se marchó Rién calló al suelo agotado, el brazo le dolia como nunca, fueron el dolor y el cansancio los que le hicieron perder el conocimiento.

martes, 10 de mayo de 2011

Mitología de Renklox

Creación de Renklox en el universo
Hace incontables años en el universo apareció una esfera, esa esfera era de un color blanco muy puro. Nada podía tocar esa enorme esfera, el vacío la rodeaba.
Pero esa esfera no estaba allí por nada. Esa era la zona elegida para formar un gran planeta, un planeta donde abundaría la vida, un planeta que tendría grandes especies.
Y así la esfera eclosionó, como si fuera un huevo, en esa zona del universo. De ella salió Thana, la diosa del control, el ser más poderoso del universo, una. Y Thana pudo crear, con su inmenso poder, a sus hijas. Ellas serían las diosas que crearían el mundo.
Primero creó a   Flamna, la diosa del fuego. Y Flamna creó el sol, y el núcleo del planeta. La segunda fue Geomna, la diosa de la tierra, ella cubrió el núcleo con tierra fértil y roca. Lugo vino Metamna, la diosa del metal, ella cubrió algunas piedras de metales que ayudarían a los habitantes de ese planeta. Posteriormente surgió Aquamna, diosa del agua, la cual llenó partes de la tierra con agua, dando así lugar a los primeros seres vivos y calmando, también, la temperatura del planeta. Ahora la evaporación del agua daría lugar a los climas. La más joven de las diosas es Mademna, la diosa de la madera, ella cubrió el mundo de multitud de semillas, de las cuales nacieron nuevos seres vivos, los primeros en poblar la tierra.
Thana estaba orgullosa de sus hijas por el planeta que habían creado, y como premio a su trabajo les entregó la luna. Pero al alzar su cuerpo sobre el planeta, para colocar la luna, cubrió la joven y débil creación con su sombra. Y fue de su sombra de donde salió Lucifer, un ser malvado, que controlaba el miedo.
Envidioso de Thana, Lucifer tuvo también hijos, pero estos serían tan solo tres. Lurh, señor de las pesadillas. Cieh, señor de la crueldad. Rouko, señor del mal.
Demasiado tarde vieron las diosas la expansión de los poderes de los demonios, horrorizadas unieron sus poderes para enviar a los demonios al inframundo, donde estos crearían su reino. Pero Lucifer era demasiado poderoso como para dejarse encerrar del todo, por lo que conjuró que cada vez que algún ser vivo se dejara dominar por su poder, o el de sus hijos, estaría más cerca su regreso al planeta.
El poder de las diosas disminuyó en gran medida después del conjuro. Thana, horrorizada por lo que había hecho, y por cómo habían quedado sus hijas, intentó devolverles su poder original, pero no lo halló posible. La forma de compensar a sus hijas fue hacer más fuerte el sellado que separaba el inframundo y poblar la tierra con varias razas dominantes.
Los humanos, la raza que se haría con el control de la tierra. Una raza que siempre quiere ir a más.
Los Liberidox, la raza que dominaría los mares. Condenada a vivir siempre bajo el agua del océano.
Los enanos, la raza más parecida a los humanos. Pero al no concederles el don de la altura se les concedió el don de la fuerza.
Los hombres pájaro: poderosos guardianes del aire.
Boxirus Rubenus: grandes gigantes que pueblan las montañas, aman la naturaleza. Pero no dudarán en aliarse con el primero que les pida ir a la batalla.
Los elfos: pobladores de los bosques, amantes de la naturaleza tal y como la crearon las diosas.
Leminarios: reptiles superiores. Son capaces de andar a dos patas, y sostener objetos.
Después de estas creaciones  Thana dejó el mundo para situarse en el blanco puro, un mundo que ella misma creó y donde permanecerá por la eternidad.
Sus hijas permanecen en el mundo, imperceptibles o invisibles, vigilando que todo transcurra normalmente.

domingo, 24 de abril de 2011

Averno Capítulo 6

 -¡Ahhhh! Maldita Helena.
El Ilusionista había llegado  su guarida, era un yermo mundo sumido en la noche, en el medio de este mundo se alzaba un palacio de seiscientas habitaciones, alrededor de este se levantaban pueblos de infames monstruos y lúgubres magos.
El mundo perdido… cuenta la leyenda, la cual no tiene nada de falso, que el mundo perdido es un mundo creado por los magos más oscuros del universo, viven allí esperando el momento de lanzar su ataque contra el mundo real. Mientras tanto solo van a este mundo para conseguir más poder mágico, de nuevos magos. ¿El problema? Que para poder robar los poderes mágicos de una persona, esta persona tiene que dártelos, por eso los magos más poderosos tardan tanto en caer.
En este mundo habita el terrible Ilusionista, este ser despreciable es el que mayor poder mágico tiene, solo se le resiste un poder a robar, el de la reina de Duriel; Helena. Ha intentado hacerse con él en multitud de ocasiones desde la infancia de la reina, pero nunca lo ha conseguido.
Junto a este horrible mago se encuentran otros despreciables. Son los años y señores del mundo prohibido.
Mariel, la enigmática hechicera. Nació con un gran poder oscuro en su interior, el ilusionista intentó engañarla y quedarse con él, pero la inteligencia superdotada de Mariel no solo impidió que le robaran sus poderes sino que convenció al mago para formar un ejército. La combinación de los poderes de los dos magos hizo abrir un portal, un portal que los conduciría a un mundo diseñado por sus mentes, un mundo perfecto.
En este mundo había monstruos de toda clase, los mismos monstruos que poblaban el mundo real, pero en mayor número. Estos monstruos estaban allí para servir a sus líderes, el Ilusionista y Mariel. Los monstruos se organizaron en pueblos, separados por la raza pero siempre aliados. Los poderes mágicos de los dos magos levantaron un gran palacio y todas las criaturas se organizaron alrededor de este.
Pronto vieron los magos que podían crear descendencia, pues él era un hombre humano, corrompido, sí, pero humano. Y ella seguía conservando su feminidad. Pronto, gracias a hechizos aceleradores, la descendencia brotó. Así fue como nacieron sus hijos.
Zancar, heredó el poder mágico de su padre y la belleza de su madre. Su melena era rubia pero sus ojos eran negros, en la adolescencia se formó y se convirtió en una mujer deseada por todo hombre. Pronto desarrolló sus poderes en las clases que su padre les daba, y se formó en el uso de hechizos flamígeros.
Froster, el Varón mayor, su poder mágico es el mayor de toda la familia pero su corta inteligencia le impide desarrollarlo. Este fue el motivo de que además de las clases de magia recibiera también clases de lucha cuerpo a cuerpo por grandes maestros de esta especialidad.
Junto a Froster, dieron clase los hijos que no tenían poder mágico. Estos se hicieron con una fuerza física mayor que la de los enanos. Liu She, el más ágil de todos. Su dominio de la espada es increíble, su velocidad y agilidad le hacen imposible de golpear en la batalla.
Ramalacá, otro varón, su técnica de batalla es combate cuerpo a cuerpo. Posee un gran escudo con el que se defiende de los golpes, mientras se protege observa a su rival y busca su punto débil para vencerle de una sola estocada. Suele utilizar una vara de metal no muy larga y con las puntas afiladas para atacar.
Los hermanos Etusién fueron dos gemelos varones. Son los más grandes musculosos y fuertes de la familia. Se les distingue por una diferencia muy notable, Dan Etusién tiene los cabellos azules y Bor Etusién los tiene rojos.
Los encargados de entrenar a los hijos de los magos oscuros fueron los mejores guerreros de las razas más poderosas del lugar, excepto en la magia; donde el maestro seria el propio Ilusionista. Así los entrenarían, Glan; de la raza Leminaria, los cuales eran poderosos reptiles bípedos muy escurridizos e inteligentes en combate. Y Bruytoniok, de la raza Boxirus Rubenus; raza de gigantes de gran peso que han llegado a superar en fuerza a los enanos y que su técnica de combate es simplemente… aplastar.
Pero en el mundo perdido se empezó a tramar una red de maldad, la superdotada Mariel y el Ilusionista están creando un plan contra el mundo real… y no tardará  en ser ejecutado.
El ilusionista entró en el gran castillo a paso ligero, estaba enfadado, si hubiera conseguido el poder de Helena su plan no hubiera fracasado nunca. El plan que ella y Mariel habían planeado estaba a punto de ejecutarse, y la reina Helena era la única capaz de pararlo, aunque las posibilidades de ese hecho sean una entre un millón.
Al entrar en el palacio encontró a Mariel en su trono, como siempre, esperando. Las heridas de la cara del Ilusionista ya habían desaparecido ya que su poder mágico le hacía curarse rápidamente.
Mariel supo que había fracasado, lo supo por su gesto desesperado.
-          Otra vez el mago oscuro más poderoso de todos los tiempos vuelve sin su premio. Esa hechicera te quita mucho tiempo, ya no me amas como antes, ya no paseas con migo y con los niños por las praderas del mundo perdido.
-          Nunca te he amado y nunca he paseado –dijo el mago con un gesto de enfado marcando su pálido rostro-
-          Otra vez el mago más poderoso de todos los tiempos no encaja el sarcasmo. No puedes ponerte así por lo de Helena, sabes que nuestro plan funcionará perfectamente.
-          No. No es así. Ella puede mandarlo todo a la mierda. Es muy fuerte, tanto como yo, y más joven, por lo que puede desarrollar más poder mágico. Todo lo que yo cree para destruir su mundo ella puede destruirlo.
-          Llevamos mucho tiempo planeando esto, es un plan perfecto, no va a destruir nada.
-          Tenemos que lanzar ya el ataque Mariel.
-          Vale, cuando quieras.
-          No estés tan tranquila, te tomas el plan como si fuera un juego de niños.
-          Pensar este plan fue un juego de niños, ejecutarlo es menos que eso.
El mago se marchó de la sala, no soportaba esos aires de indiferencia de Mariel, llevaban mucho planeándolo todo, el ataque definitivo al mundo real, un ataque lento.
El Ilusionista llamó a sus súbditos y les mando llamar a sus hijos. Ellos serían los alfiles del ataque. No tardaron en acudir todos a la sala de la muerte. Una sala gobernada por un altar de sacrificios y rodeada por la más negra oscuridad.
-          Hijos… hoy volví a luchar contra Helena, no pude con ella, y vuestra madre y yo creemos que es el momento idóneo para lanzar el ataque.
No hubo ni una palabra, ni de aprobación ni de negación. Entró entonces por la puerta, con aire vacilante, la hechicera Mariel.
-          Comencemos rápido, quiero ir a bañarme.
-          Antes de todo repasaremos el plan –comentó el mago-. Hijos, seréis mandados al mundo real, acompañados por un ejército de monstruos. Cada uno seréis enviados a distintas zonas, debéis crear el caos, dominar a las razas, ganar seguidores. Cuando sea el momento vuestra madre y yo iremos y estaremos listos para ser los dueños del mundo real, como lo somos del oscuro. Mariel, comienza.
La mística hechicera comenzó a formular un hechizo en un idioma desconocido, los hijos de los hechiceros fueron rodeados por un aura de luz que iluminó la sala, y, de repente, desaparecieron. Los dos magos no intercambiaron palabra, cada uno volvió a su tarea. Ahora solo había que esperar, el principio del plan era simple y ya había sido lanzado.

lunes, 18 de abril de 2011

Averno Capítulo 5

          ¿Qué desea mi reina?
-          Escúchame porque será la última vez que lo repita, no quiero que me llames reina. Llámame Helena.
-          De acuerdo mi reina… Helena.
La joven Helena, reina de Duriel, esbelta mujer de largos cabellos del color del fuego y ojos del color del océano en calma. Llegó joven al poder, nunca quiso su poder, siempre se entrenó para ser hechicera y ayudar al ejército en la batalla, pero la prematura muerte de su padre hizo que sus sueños nunca se cumplieran. Pretendida fue por todos los nobles y príncipes del lugar, y a todos les puso una prueba… hacerla feliz. Ninguno lo consiguió.
-          Tú –dijo la reina a uno de sus lacayos- llama a Silema.
Silema, larga melena de color negro, y ojos verdes cuan bosque en primavera. La mejor amiga de la reina. Desde la infancia iban a la mismas cosas juntas tenían novios juntas, rompían sus relaciones juntas. Es por eso que el reinado de Helena no dejó atrás la relación, y la reina nombro a Silema su consejera.
Silema entró entonces por la puerta.
-          ¿Qué quieres Helena?
-          Vamos a la bañera, estoy aburrida.
La relación de las dos mujeres iba más allá, era común que tuvieran relaciones entre ellas, sus baños conjuntos siempre acababan siendo un clímax al que cualquiera de los lacayos y lacayas de la reina podían unirse. Las dos mujeres se excitaban con los hombres, las dos preferían hombres; pero el protocolo prohibía a la reina mantener relaciones con todo aquel hombre que no fuera de la realeza, lo mismo le pasaba a Silema, que al aceptar el puesto de consejera, tuvo que renunciar a las relaciones con hombres, a no ser que la reina se lo pidiera.
Por eso la bañera, ese espacio personal, era el único lugar donde todo estaba permitido. Nadie podía entrar en el baño de la reina, solo los que ella hubiera ordenado entrar, todos los sirvientes sabían lo que se hacía en la bañera, pero como era común que la reina les ordenara unirse y no podían demostrar lo que pasaba, decidieron no decir nada al comité de sabios y seguir con sus culturales actividades a la hora del baño. El comité de sabios era un grupo de siete ancianos que juzgaban y aconsejaban a la reina, eran los únicos capaces de hacer perder el puesto a la reina. Ese día entraron a la bañera Helena Silema y un sirviente bien dotado.
Tardaron en salir, la reina llevaba un vestido de fina seda, y al no haberse secado la proporcionalidad de su cuerpo quedo pegada a la tela. Fue entonces cuando uno de los siete sabios se acercó a la reina.
-          Mi reina, dos ladrones han sido atrapados en el mercado central, debería sentenciarles. Pero antes vístase.
-          ¿Qué problema hay con mi ropa anciano?
-          Eres lujuriosa Helena, y eso te va a traer mal. No puedes presentarte ante esos ladrones con esa ropa, tu feminidad está expuesta a todos los ojos.
-          Anciano… cállese, esta vida no es mi vida, si tengo que reinar será al límite de las reglas.
-          Mi reina, se está equivocando, su padre estaría muy disgustado.
-          Mi padre está muerto y olvidado, excepto por ustedes. Ahora la criminalidad es menor que con mi padre.
-          Eso es, mi señora, porque ahora no hay guerras, y también porque bajó sus impuestos.
-          Los impuestos que cobramos son los que tenemos que cobrar, ni más ni menos. Mi padre solo pensaba en el dinero y eso le llevó a subir los impuestos a números impagables.
-          Señora, ese dinero es necesario. Y si entramos en guerra.
-          Si entramos en guerra la ganaremos.
-          Pero señora…
-          Silencio amigo, los ladrones me están esperando.
La reina fue a sus aposentos y se puso la corona de plata y brillantes en la cabeza, pero no cambió su atuendo. La vida de reina era muy estricta y había despertado en ella un aire exhibicionista y desvergonzado. El placer era lo único que la separaba del suicidio del aburrimiento del reinado.
Fue la reina a la sala del trono y se sentó en él.
-          Que entren los criminales. –sentenció Helena-
Por la puerta entraron dos personas, un joven con la cabeza gacha y un hombre de unos treinta y cinco años. Este último miró a la reina y no dejó de hacerlo en ningún momento, se le veía excitado. Entonces un sirviente empezó a decir en voz alta los crímenes de los que se le acusaban.
-          Marcel, veinte años, se le acusa de robo de comida. Borta, treinta y siete años, se le acusa de matar a su mujer, robar comida, vender la comida robada y gastarse el dinero en la casa de menesteres.
-          Bien… gracias Seiol –dijo la reina al sirviente, y continuo un sus palabras con un gesto que quería decir “puedes retirarte”-
-          Marcel… -continuó la reina- ¿porque lo hiciste?
-          Señora… no tengo que comer, de joven no quise ir a la escuela y ahora todos los trabajos que las personas como yo podemos hacer están ocupados.
-          Te voy a sentenciar joven –dijo helena con gesto desafiante- te sentencio a ser alumno de los siete sabios.
El condenado miró con extrañeza a la reina, lo que le había dicho no era un castigo, era un gran premio. El joven pronto fue retirado a la sala de los siete sabios.
-          Borta ¿Por qué lo hiciste?
-          ¿quiere saber mi señora porque lo hice?
-          Sí.
-          Lo hice porque… lo hice porque…
De repente el cuerpo de Borta se cubrió de humo y sonó una ligera explosión. En décimas de segundo los guardias llenaron la sala. Cuando el humo se dispersó había una figura sujetando a la reina. El criminal ahora era más alto, mas delgado, su vello facial había desaparecido y su piel era ahora más blanca que la nieve de las cumbres. Su vestimenta era negra, una ligera armadura cubría todo su cuerpo, pero no ocultaba su delgadez, sus dientes estaban afilados y la comisura de sus labios estaba bañada por la sangre de las continuas heridas que se provocaba con los dientes. Ese criminal era conocido por todos, era uno de los más poderosos magos del mundo “el Ilusionista”. Su pálida cara siempre mostraba una tétrica sonrisa.
-          Ilusionista, suelta a la reina –dijo, armado con su espada, el capitán de los guardias.
-          La soltaré si me concedéis lo que pido.
-          ¿Qué quieres villano?
-          Acceso a la zona de magia de la biblioteca de los siete sabios y quedarme con el poder mágico de la reina. Dime Helena –dijo el villano, mirando con sus negros ojos a la bella reina- ¿me concedes tus poderes?
La reina era, junto al Ilusionista, la persona con más poder mágico del lugar, por eso el villano oscuro quería sus poderes. Los ojos de Helena estaban cerrados, el Ilusionista no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde. La reina lanzó un poderoso haz de luz azul de sus ojos, lo que causo quemaduras y ceguera al ilusionista, que antes de que fuera atacado por los guardias lanzó un hechizo que le hizo desaparecer del palacio y volver a su guarida.
El capitán se acercó a la reina.
-          Señora ¿está bien?
-          Si capitán, estoy bien. Creo que voy a retirarme a mis aposentos por hoy. Díganle a Silema que vaya cuando quiera.
-          De acuerdo mi señora.
Y la reina se retiró a sus aposentos.