sábado, 2 de abril de 2011

AVERNO Capítulo 3

A la mañana siguiente Rién se levantó y vio que la casa estaba vacía. Salió a la calle y vio que en la plaza había un gran jolgorio, y se acercó a ojear. En el trono ya estaba sentado el gran jefe, debajo de este se encontraba un enano con una musculatura muy marcada, la gente formaba un semicírculo alrededor de estos dos personajes, todo el pueblo estaba presente, Rién sacaba dos cabezas a los habitantes de la aldea, por lo que no necesitó acercarse más a la plaza. El guerrero escuchó con atención:
-          Karni, grandes fueron tus servicios a tu pueblo, te lo agradecemos. – dijo el jefe de la aldea- Pero tu sed de sangra ha ido más allá de lo que se puede soportar, en la batalla no distingues entre aliado o amigo, has matado a muchos enanos… tu castigo será marcharte de la aldea. Pero no iras solo, un humano vino pidiendo ayuda, y no puedo encontrarle mejor destino que guiarte. Rién suba aquí.
El guerrero se abrió paso entre la gente, subió los pequeños escalones que llevaban al podio donde se alzaba el trono, una mirada fugaz se cruzó entre Karni y Rién.
-          Rién, acompaña a este soldado enano e intenta que no pierda el norte demasiado. –ordenó el anciano a Rién-
-          Así lo haré, estoy en deuda con esta aldea.
-          Pues sin más dilaciones… todos a trabajar, una aldea no se mantiene sola.
Entonces todos los ciudadanos cumplieron las órdenes de su jefe, y volvieron a sus respectivos trabajos. Rién vio como Karni se levantaba, ahora más de cerca podía ver como numerosas cicatrices inundaban las partes descubiertas de su cuerpo, su melena era de un negro brillante y estaba formada por algunas trenzas, junto a los mechones. La cara era violenta, como si no pudiera mostrar gesto alguno, aparte del enfado.
El enano le miró, Rién pudo ver entonces sus ojos, de un azul celeste, muy claro.
-          Los humanos siempre jodeis a Karni
-          Yo no pretendía hacerte mal.
-          Tu solo sigue a Karni.
Rién cumplió las órdenes del enano y le siguió hasta una casa de mayor tamaño que el resto que se encontraba casi a la entrada del poblado.
-          Esta es la armería, tu no conoces armería porque tu ser tonto. –dijo el enano-
-          (pues tu forma de hablar no te hace muy listo) –pensó el guerrero-
Entraron pues en la armería y Rién pudo ver con sus propios ojos porque las armas de los enanos eran famosas. A su derecha se encontraban multitud de armas comunes, tales como espadas, hachas, martillos, mazas… pero a su izquierda se alzaban estanterías con las famosas “armas de fuego enanas”. Los enanos eran conocidos por ser los únicos de todas las razas que habían conseguido dominar la pólvora, sus armas eran potentes y marcaban las diferencias en las batallas, es por esto por lo que nadie se atrevía a atacarlos; excepto el loco Rouko. Rién no tenía ni idea de cómo usar las armas de la derecha, por lo que centro su interés en las de la izquierda. Pronto Karni empezó a hablar con el tendero.
-          ¿sabes lo que dijo Tar?
-          Si, lo se Karni. Esto es un castigo para mí, y eres tú el criminal.
-          Karni no es criminal, y tú eres un inútil, escoria, deshonrado y sin apellido.
-          Vale Karni, cálmate, retiro lo dicho. Haz que la palabra de Tar se cumpla.
-          Perdón… -interrumpió Rién- ¿cuál es la palabra de Tar y porque le sienta tan mal?
-          Cuéntaselo tú que a Karni no le apetece hablar –dijo Karni con aire aburrido-
-          Haber… -continuó el tendero- Tar ha echado a Karni del poblado pero le ha dicho que puede venir aquí y coger todas las armas que quiera, sin poder cobrarle yo nada.
-          Humano, deja de hablar y ponte a coger cosas. –dijo Karni-
Rién fue directo al estante de la izquierda y se le presentó un problema, no sabía que arma elegir, dominaba todos los tipos de armas, por eso escogía una en cada batalla, pero como no sabía a qué peligros se enfrentaría, decidió coger la más poderosa, el martillo. El único problema es que el mango del martillo era demasiado pequeño.
-          Tú, el humano –Rién miró, era el tendero quien le llamaba- ven aquí.
El tendero entró por una cortina que estaba detrás del mostrador, y Rién hizo lo mismo. Detrás de esta había una herrería con todas sus máquinas, al lado de la herrería; separado por una simple cortina,  había un laboratorio.
-          Humano, a todo esto no voy a darle salida, eres tú el único humano que pasa por aquí en años, coge lo que quieras.
Rién miró a donde señalaba el tendero y encontró un montón de armas de su talla, una armadura, y gran cantidad de escudos. El guerrero se equipó con la armadura, cogió un martillo de su talla, un escudo grande y decidió a irse.
Al salir de la cortina se encontró con Karni, el cual miró de arriba abajo a Rién y empezó a reírse.
-          Jojojojojojojojojojo… maldito humano, eres más tonto de lo que Karni creía.
-          ¿Qué te pasa? –a Rién no le hizo gracia la risa del enano y frunció el cejo-
-          Hay que seguir reglas de Karni para viajar con Karni, regla: con Karni se camina, no armadura, hace a Rién lento y caminar no es cómodo. Regla: escudo es de cobardes y elfos, nada de escudo. Regla: Karni te hará pruebas para ver que eres justo.
-          ¿Qué pruebas? Preguntó el guerrero, extrañado, mientras se quitaba la armadura y dejaba el escudo en el suelo.
-          Karni no tiene más que decir.
Con esto el enano salió sin despedirse de la tienda, Rién dio las gracias al tendero y se fue, como había venido; pero con un nuevo martillo, muy simple, pero poderoso.

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